¿Hacia una nueva política sanitaria en Estados Unidos?
Publicado el 8th octubre 2015
Un nuevo escándalo en el sector farmacéutico por la subida indiscriminada de los precios de los medicamentos reabre el debate de las políticas sanitarias.
Pocas veces un tweet ha causado tanto impacto a nivel bursátil. La aspirante presidencial demócrata, Hillary Clinton, mostró hace sólo unos días, a través de las redes sociales, su indignación ante la especulación que los precios de los fármacos están sufriendo en Estados Unidos. La popular red social le sirvió así de plataforma para anticipar su plan para prevenir la manipulación de precios por parte de las farmacéuticas, provocando que los valores del sector biotecnológico se tambaleen.
El escándalo farmacéutico lo ha protagonizado esta vez el joven empresario Martin Shkreli, director ejecutivo de Turing Pharmaceuticals, al multiplicar por 55 el precio del Daraprim®, un medicamento empleado para tratar la toxoplasmosis, la malaria y el VIH, de tal manera que una pastilla del citado medicamento ha pasado a costar de 13,50$ a 750$ en un solo día. La decisión del empresario no sólo ha causado una gran indignación social, ya que muchas personas pueden ver reducido su acceso a dicho fármaco, sino también un debate a nivel político sobre la viabilidad del sistema sanitario actual.
Son diversos los factores que parece que han propiciado el desmesurado aumento del precio del Daraprim®, empezando por la falta de empresas competidoras en el mercado debido a la reducida demanda de dicho medicamento y siguiendo por los altos costes de las pruebas clínicas exigidas por la agencia reguladora estadounidense Food & Drug Adminstration (FDA) para lanzar un fármaco sustitutivo. Estos hechos, sin lugar a dudas, desincentivan a otras empresas del sector a desarrollar sustitutivos con los que competir en el mercado.
No obstante, la causa principal de esta falta de competencia viene favorecida por la propia y reciente regulación de la FDA al otorgar ésta derechos de comercialización exclusiva a las empresas que, en la actualidad, someten a un proceso de acreditación aquellos de sus medicamentos declarados exentos de dicho proceso por haber sido fabricados antes del año 1962. Tal es justamente el caso del Daraprim® y de Turing Pharmaceuticals, quien adquirió los derechos de comercialización exclusiva de dicho fármaco, quedando así libre de competencia y pudiendo fijar libremente el precio de este medicamento y sin temor, además, a que aparezcan nuevos competidores
Ante dicha situación, los planes de la candidata demócrata parece que pasarían por asegurar que las compañías reserven una mayor parte de sus beneficios a I+D, evitando que sigan gastando tanto en campañas de publicidad, animar la producción de fármacos genéricos y, lo que consideramos más difícil a efectos de la FDA, permitir la importación de medicamentos desde países que ofrezcan estándares similares de seguridad a los estadounidenses.
A los planes de la Sra. Clinton, Estados Unidos está dividido. Un país tradicionalmente reacio a medidas intervencionistas, no ve con buenos ojos las limitaciones al libre comercio. No obstante, los partidarios de un mayor control, en un sector tan sensible a la opinión pública como el farmacéutico, abogan por el cambio hacia unas políticas más sociales, con un ojo puesto en el modelo europeo.